El reconocido pintor, grabador y fotógrafo cubano Arturo Montoto (Pinar
del Río, 1953) exhibirá dos de sus obras en la Feria Arteaméricas, que
se realizará en el Centro de Convenciones de Miami Beach, Estados
Unidos, del 2 al 5 de marzo.
Según conoció en exclusiva ArtCuba.com
las piezas que de este artífice se exhibirán en tan importante evento
son abstractos de mediano formato, y forman parte de la colección del
Museo de Arte de Fort Lauderdale, de Florida.
El maestro precisó que
estas obras, pertenecientes a la serie El jardín de Epicuro y fueron
recientemente compradas por esa institución, la cual las incluyó en una
muestra colectiva de arte abstracto, junto con otros trabajos de
reconocidos creadores que incursionan o han incursionado en este estilo.
Al disfrutar tanto las pinturas, como los dibujos y los grabados
de Arturo Montoto, por nuestra mente pasan ideas y sentimientos que
empiezan a bullir movidos por esos místicos espacios de encantamiento
que provocan cada uno de sus cuadros que suponen la búsqueda de una
solución, el hallazgo de una fórmula oculta en el proceso intelectual
pictórico; sutilezas sicológicas de un arte que, como fin, poco tiene
que ver con la endulcoración o la bella representación, amén de un
perfecto ejercicio de la tradición pictórica, en el que se fusionan el
clasicismo y el barroco con un vigor sorprendente.
En sus acuarelas,
como en sus pinturas y grabados, los objetos son tan reales que podemos
palparlos. Las frutas, son frutas; las puertas con sus viejos y
decorados tablones, son casi reales; el yunque, los cuchillos, el hacha y
otros muchos objetos recurrentes en sus discursos pictográficos, están
ahí e incitan a tomarlos; las paredes, las columnas y las escaleras, con
sus irreversibles marcas del hombre y del tiempo, adquieren matices de
grandeza y espectacularidad.
Aparentemente, todo es tan real y
fantasioso en sus iconografías. Sin embargo, cada una de esas escenas
transitan hacia otro rango de importancia: el arte como problema, como
centro del drama de nuestro tiempo.
Sutil y lúdica es la trampa que
nos tiende el pintor al atraparnos con disímiles elementos expresivos
que, a su antojo, desvía de su contexto para reelaborar un discurso
neoconceptual en el que la reproducción de lo natural asume el falaz
papel de idea rectora del tema sobre el cual quiere provocar la mirada
del espectador. La realidad no es lo cotidiano en el arte; sino se trata
del arte subyugado a la realidad. De tal modo, la siquis es convocada a
transitar por dimensiones infinitas, a descubrir entre la perenne
hermosura de cada pieza una multitud de detalles íntimos que son
utilizados por Montoto para conducirnos, con asombrosa osadía, hacia
las magnificencias de una contemporaneidad insólita, sobre la que
invita a meditar.
“Mi obra es el resultado de una indagación en el
ámbito de la visualidad pictórica de herencia post-renacentista,
modelada por los recursos representacionales de la tradición
occidental”, ha dicho Montoto y así lo ha hecho evidente mediante su
pintura tautológica, acariciante y onírica; síntesis de la evolución
artística aprehendida en sus recurrentes estudios, entre los que se
encuentran su Master of Fine Arts en el Instituto Estatal V. I.
Súrikov, de Moscú –que definitivamente marcó su desempeño profesional-.
Pero ese espectacular magisterio académico, su recurrente
repetición de ritmos formales, de los que fluyen las más variadas
experiencias humanas, a fin de cuentas, no son más que un suculento
artificio: de la consistencia y el perfecto encaje de las formas, emana
una energía, un aura que trasmite otras –las verdaderas- percepciones
visuales que excitan interiormente. Entonces, en la conciencia del
receptor comienza a funcionar todo un mecanismo de descodificación que
permitirá ver claramente en qué consiste el juego de este arte que,
ante la primera mirada, provocándonos, sin admitir inmediatez
interpretativa, pareciera insinuar: “usted no ve nada”.
“Me agrada
más ser aceptado por la gente que "no entiende" de arte que por los
"especialistas"; afirmó el maestro de la plástica, cuya obra
pictográfica incita a recurrentes polémicas entre admiradores,
detractores y expertos, quienes coinciden en que este artífice ha
demostrado la idoneidad sustancial de la pintura.
“Siempre digo que
mi satisfacción mayor es cumplir con mi necesidad personal de crear en
la soledad del Taller sin importarme qué pasará después con las obras si
son aceptadas o no dentro de los parámetros establecidos que se mueven
en el mercado y en los intereses ideológicos y financieros en el
mundo”, dijo.
En ese sentido agregó que “la vanguardia cubana de la
primera mitad del Siglo XX fue mi primera gran fuente, y guardo mucho
amor y admiración por esos artistas”.
Montoto valora su quehacer
pictográfico como su “única posibilidad de trasladar o comentar a otros
el orden que me gustaría otorgarle a las cosas de una realidad que no me
satisface. Me parece mirar a través de una endija difícil y descubrir
allí, donde otros no ven, una relación más armónica o más apreciable
para construir otro mundo aunque sepa que es un simulacro pero verosímil
al fin y al cabo. Mi obra contiene mi autobiografía. Es escueta,
ríspida y al mismo tiempo encantadora al parecer”.
Considerado entre
los creadores más célebres y admirados por el gran público de todas las
generaciones, Montoto es un clásico de la forma y el color.
Indudablemente, la popularidad de su obra radica, ante todo, en la
pulcra factura de su obra, la cual se erige, además, sobre sólidas
herencias culturales que son recreadas en iconografías devenidas
entretejido de lo clásico y lo barroco, para finalmente adjudicarles
lúdico sentido decorativo.
Montoto, quien provoca en el espectador
extraordinario y portentoso despliegue emocional, aseguró que muy pronto
incursionará nuevamente en la fotografía, arte que presentará, bajo el
título de Banales bananas, en una exposición de gigantografías; en tanto
prevé retornar a la pintura de pequeño formato, para de este modo dar
continuidad a su poética plástica inspirada en el arte y la vida, en el
hombre y su cotidianidad, a través de colores devenidos luces que
brotan de los fragmentos de añejas construcciones, columnas, puertas,
escaleras, frutas conquistar admiradores a través del ambiente de
frutas, muros y objetos diversos.
domingo, 12 de febrero de 2012
ARTURO MONTO EN LA FERIA ARTEAMÉRICAS
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CRUCERO COSTA CONCORDIA: AL FONDO DEL MAR UN VALIOSO TESORO ARTÍSTICO CON MAS DE 6 MIL OBRAS
En la caótica evacuación del Crucero Costa Concordia, que encalló frente
a la costa de Toscana el pasado mes de enero, pasajeros y tripulantes
abandonaron casi todo a bordo. Bajo el mar Mediterráneo yacen piezas de
arte contemporáneo, antigüedades y xilografías japonesas de los siglos
XVIII y XIX. En particular destacan las piezas de Katsushika Hokusai,
pintor japonés del periodo Edo, y una colección de cristal de Bohemia
del siglo XIX.
Los principales periódicos de todo el mundo, entre ellos las ediciones digitales de Patria Grande, de Venezuela y RT Noticias, destacan que un verdadero tesoro yace bajo las cristalinas aguas italianas en las que encalló el lujoso crucero.
Aunque algunos objetos casi seguramente van a desintegrarse, hay suficiente botín para tentar a cazadores de tesoros, los que ya han comenzado a fijar su atención en los restos del Concordia, que transportaba más de 4 mil 200 personas a bordo cuando se fue a pique.
Robert Marx, un veterano buzo y autor de numerosos libros sobre historia marítima, arqueología submarina y búsqueda de tesoros, había afirmado que "cuando hayan sacado todos los cadáveres, va a haber una carrera desenfrenada por el botín".
La Mafia, dijo, tiene equipos submarinos especializados para esas tareas.
El Costa Concordia era básicamente un hotel de lujo flotante y muchos de los pasajeros abordaron el infausto crucero con sus mejores ropas y joyas para lucirlas en casinos y cenas de gala.
Además de ello está la enorme riqueza contenida por el propio barco: tiendas elegantes con joyas, más de 6.000 obras de arte en las paredes y un spa que tenía una colección de xilografías de Katsushika Hokusai, un artista japonés famoso por su representación de una enorme ola con el Fujiyama como trasfondo.
"Es ahora un paraíso para buzos", dijo Hans Reinhardt, un abogado alemán que representa a 19 pasajeros alemanes que buscan compensación por sus pérdidas. Dijo que algunos de sus clientes viajaron con diamantes y otras joyas que habían estado en sus familias por generaciones.
"Ellas perdieron muchas joyas — relojes, collares, todo lo que las mujeres lucen cuando quieren verse bien vestidas", dijo Reinhardt. "Ellas querían mostrar lo que tenían".
El crucero en sí vale 450 millones de euros (590 millones de dólares), pero eso no tiene en cuenta el valor de los objetos a bordo, dijo Costa Crociere SpA, la compañía italiana operadora del Concordia.
Entre los objetos hundidos hay muebles, una vasta colección de arte, computadoras, vino, champán, y todos los objetos valiosos que estaban encerrados en las cajas fuertes en cabinas privadas, dijo la oficina de prensa de la compañía.
"Cuantificarlo es imposible porque desafortunadamente el buque se ha hundido", dijo. "Hasta que sea recuperado no hay forma de saber lo que se puede y lo que no se puede salvar".
Las obras artísticas que adornaban los salones, comedores, escaleras, suites y cabinas del ‘Titanic’ italiano se valoran en aproximadamente dos millones de euros, según Nicola Salvatore, director artístico de la empresa naviera Costa Crociere, propietaria de la nave accidentada. Salvatore señala que por la oscilación del mercado del arte “resulta complicado establecer con seguridad esa cifra”.
5.700 de las obras que decoraban la nave eran copias, pero el resto estaba conformado por obras originales. Salvatore comenta que entre las piezas originales había “al menos 150 pinturas de pequeño y mediano formato en las suites, serigrafías en varias cabinas y 40 grandes lienzos en espacios comunes como el teatro y las tres escaleras principales”.
Se menciona también 24 objetos de cristal de entre 1815 y 1859, jarrones de cerámica Zsolnay y xilografías japonesas.
La presencia de arte a bordo de los barcos de la empresa naviera Costa Crociere, propietaria del crucero Costa Concordia, se considera como una de sus marcas de identidad. En la página web de la compañía se afirma que su colección artística, que contiene 4.000 obras originales y 50.000 copias en 14 naves, es “un testimonio histórico de la evolución del arte contemporáneo y del diseño en los últimos 60 años”.
“Ahora es un paraíso para los buzos”, asegura Hans Reinhardt, un abogado alemán que representa a 19 pasajeros alemanes que buscan una compensación por sus pérdidas.
En la actualidad se han recuperado 17 cadáveres y otras 15 personas siguen considerándose desaparecidas. Según los expertos, para reflotar la nave harán falta de 7 a 10 meses.
Recientemente un grupo de pasajeros del crucero presentó una demanda contra la naviera pidiendo una indemnización de unos 460 millones de dólares por daños morales.
Los principales periódicos de todo el mundo, entre ellos las ediciones digitales de Patria Grande, de Venezuela y RT Noticias, destacan que un verdadero tesoro yace bajo las cristalinas aguas italianas en las que encalló el lujoso crucero.
Aunque algunos objetos casi seguramente van a desintegrarse, hay suficiente botín para tentar a cazadores de tesoros, los que ya han comenzado a fijar su atención en los restos del Concordia, que transportaba más de 4 mil 200 personas a bordo cuando se fue a pique.
Robert Marx, un veterano buzo y autor de numerosos libros sobre historia marítima, arqueología submarina y búsqueda de tesoros, había afirmado que "cuando hayan sacado todos los cadáveres, va a haber una carrera desenfrenada por el botín".
La Mafia, dijo, tiene equipos submarinos especializados para esas tareas.
El Costa Concordia era básicamente un hotel de lujo flotante y muchos de los pasajeros abordaron el infausto crucero con sus mejores ropas y joyas para lucirlas en casinos y cenas de gala.
Además de ello está la enorme riqueza contenida por el propio barco: tiendas elegantes con joyas, más de 6.000 obras de arte en las paredes y un spa que tenía una colección de xilografías de Katsushika Hokusai, un artista japonés famoso por su representación de una enorme ola con el Fujiyama como trasfondo.
"Es ahora un paraíso para buzos", dijo Hans Reinhardt, un abogado alemán que representa a 19 pasajeros alemanes que buscan compensación por sus pérdidas. Dijo que algunos de sus clientes viajaron con diamantes y otras joyas que habían estado en sus familias por generaciones.
"Ellas perdieron muchas joyas — relojes, collares, todo lo que las mujeres lucen cuando quieren verse bien vestidas", dijo Reinhardt. "Ellas querían mostrar lo que tenían".
El crucero en sí vale 450 millones de euros (590 millones de dólares), pero eso no tiene en cuenta el valor de los objetos a bordo, dijo Costa Crociere SpA, la compañía italiana operadora del Concordia.
Entre los objetos hundidos hay muebles, una vasta colección de arte, computadoras, vino, champán, y todos los objetos valiosos que estaban encerrados en las cajas fuertes en cabinas privadas, dijo la oficina de prensa de la compañía.
"Cuantificarlo es imposible porque desafortunadamente el buque se ha hundido", dijo. "Hasta que sea recuperado no hay forma de saber lo que se puede y lo que no se puede salvar".
Las obras artísticas que adornaban los salones, comedores, escaleras, suites y cabinas del ‘Titanic’ italiano se valoran en aproximadamente dos millones de euros, según Nicola Salvatore, director artístico de la empresa naviera Costa Crociere, propietaria de la nave accidentada. Salvatore señala que por la oscilación del mercado del arte “resulta complicado establecer con seguridad esa cifra”.
5.700 de las obras que decoraban la nave eran copias, pero el resto estaba conformado por obras originales. Salvatore comenta que entre las piezas originales había “al menos 150 pinturas de pequeño y mediano formato en las suites, serigrafías en varias cabinas y 40 grandes lienzos en espacios comunes como el teatro y las tres escaleras principales”.
Se menciona también 24 objetos de cristal de entre 1815 y 1859, jarrones de cerámica Zsolnay y xilografías japonesas.
La presencia de arte a bordo de los barcos de la empresa naviera Costa Crociere, propietaria del crucero Costa Concordia, se considera como una de sus marcas de identidad. En la página web de la compañía se afirma que su colección artística, que contiene 4.000 obras originales y 50.000 copias en 14 naves, es “un testimonio histórico de la evolución del arte contemporáneo y del diseño en los últimos 60 años”.
“Ahora es un paraíso para los buzos”, asegura Hans Reinhardt, un abogado alemán que representa a 19 pasajeros alemanes que buscan una compensación por sus pérdidas.
En la actualidad se han recuperado 17 cadáveres y otras 15 personas siguen considerándose desaparecidas. Según los expertos, para reflotar la nave harán falta de 7 a 10 meses.
Recientemente un grupo de pasajeros del crucero presentó una demanda contra la naviera pidiendo una indemnización de unos 460 millones de dólares por daños morales.
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