domingo, 17 de julio de 2011

Coleccionando sueños, la Flora de Cundo Bermúdez

Cuando poco antes de su muerte, en 2008, el reconocido artista Cundo Bermúdez concibió una serie de nueve esculturas, en la que destacaba Flora la recogedora de sueños, muchos se preguntaron a qué respondía esta nueva búsqueda en uno de los pintores cubanos más longevos.

Por todos es conocida la trayectoria pictórica de este exponente de la segunda hornada vanguardista cubana que, en las décadas de 1940 y 1950, desarrolló una investigación desde el uso del color, la luz y los espacios en escenas cotidianas, aunque el retrato fue también uno de sus temas preferidos.

La figura femenina es otro de los iconos más reconocibles en sus obras, aún cuando quizás la impronta abstracta dejara una huella indeleble en ellas, llenándolas de arabescos y humor. Por eso no sorprende tanto que Flora la recogedora de sueños sea un símbolo dentro de su obra, quizás el último gran aporte de su quehacer como artista. Realizada en bronce, la escultura cuenta con dos versiones: una de 6 metros de altura aproximadamente que dedicara su autor a la ciudad de Miami, quien lo acogió desde 1996; y otra versión más pequeña (130 x 37 x 29 cm aprox.) que fuera adquirida en subasta en 2010 por un coleccionista de arte cubano, admirador del artista.[*]

Si en su pintura, tanto de caballete como en los murales realizados en Puerto Rico, Bermúdez apostó por el color vibrante, es interesante que sea el material en Flora… el que proporciona calidez cromática a la pieza. En efecto, el bronce reluciente aporta una belleza reposada, eterna, cual tótem seductor que coleccionar y hacer realidad los sueños.

Flora la recogedora de sueños se erige señorial desde su hechura, reafirmando que no por haber conquistado la pintura y el dibujo en sus múltiples expresiones, Cundo Bermúdez, dejó de experimentar otros caminos. Flora… es, entonces, un debut y, tristemente, una despedida, única en su belleza y eterna en su materia. Quien sabe a dónde habría llegado el artista a través de lo escultórico, pero al menos queda ella como promesa de lo  quepudiera haber sido.

Como el testamento estético de un artista mayor, crisol que desde el misterio de su ojos nos seduce y maravilla, hacia ella mirarán las futuras generaciones buscando respuestas a sus anhelos e inquietudes, esa debió ser la intención final del artista.



[*] La obra fue vendida por $134,500 de un estimado inicial de $50,000 - $70,000 en la subasta de arte latinoamericano acaecida en el Rockefeller Plaza de Nueva York en noviembre de 2010.

 

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